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Secretos.


Te desnudas;
puedes sentir que cada centímetro de tu piel se congela con suavidad y sutileza. Estás fría. Estás en ningún sitio. No estás estando. Y es raro, tan raro como sentir que alguien te está mirando pero sin querer mirar. 

Respiras;
te has mirado miles de veces pero sientes que esta vez es diferente. Ahora no eres capaz de mirarte. Hablas pero no recuerdas qué dices. Escuchas pero sólo oyes murmullos que retumban en tu cabeza una y otra vez. Sigues respirando. Ahora alguien más ha visto tus secretos y probablemente te hayan recorrido con la mirada una y otra vez mientras tú estabas intentando no estar estando, o estando sin estar.

No existe más valentía que la de desnudarse ante alguien... y desnudarse no tiene que significar quitarse algo sino mostrar lo que nadie ha visto. Mostrar un secreto. Dejarlo libre y volverlo a guardar: primer paso, dejarlo libre y no guardarlo nunca más: segundo. Mostrar un sentimiento oculto, darle sonido con tu voz. Darle forma, hacerlo real. 

¿Y qué es lo que hay detrás de toda esta ropa que llevamos?
Historias, caricias infinitas, caídas finitas y kilómetros y kilómetros de piel para recorrer con las yemas de los dedos, para sentir y notar, para conocer y conocerte.
¿Y qué es lo que hay detrás de toda esta mente?
Secretos. Solo secretos.

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