No pienso en lo que escribo.
Tan solo pongo mis dedos en el teclado,
o mi bolígrafo en la mano,
y mis manos se mueven.
Escribo como si no hubiese un mañana,
como si el tiempo no existiera,
como si tuviera toda la vida,
como si tuviese muchas cosas que contar pero pocas cosas que decir.
Soy yo.
Escribo cosas que siempre siento,
buenas o no,
no me refiero a su praxis.
Vengo a escribir de las manos frías,
de labios cortados,
de nariz roja...
Vengo a escribir de que tus manos siempre calientan las mías, que no sé cómo lo haces, pero si me arrimo a ti pareces una estufa y es como estar delante de una chimenea leyendo tu libro favorito.
Siempre pendiente de mis manos, que siempre están frías, siempre pendiente de calentarlas.
Te pareces al fuego, que te da calor, que es bonito, que llama la atención y que de alguna forma hace que me pase mirándolo horas y horas. Poniendo las manos a su alrededor para sentir la agradable sensación de "calorcito". A veces me acerco tanto que quemas... y digo, ¡mierda!, ¡ah!, ¡que me quemo!, pero suelen ser instantes que terminan en principios: Acercarme y mirarte de nuevo.
Qué suerte que me guste el invierno y que seas fuego.
Por algo te encontré en "los infiernos".
increíblemente bonito
ResponderEliminarQué va a decir mi madre...
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